Una de las grandes peculiaridades
de la literatura hispanoamericana, que la caracteriza y le otorga un rasgo distintivo,
es la gran importancia que en ella tienen las fuerzas de la Naturaleza y
su efecto sobre el ser humano. Las agrestes tierras del continente se plasman
en la obra de aquellos autores ejerciendo un fuerte determinismo sobre sus
habitantes y sobre el ser mismo de Latinoamérica.
Hasta tal punto esto es así que
se ha bautizado un subgénero narrativo como ‘ novela de la tierra’ .
Novelas como, por ejemplo, ‘ La vorágine’ , de José Eustasio Rivera,
muestran una naturaleza monstruosa que destruye a quién se interna en ella.
Pero el autor hispanoamericano que alcanzó mayor renombre con este género es,
sin duda, Rómulo Gallegos (Caracas, Venezuela, 1884-1969).
Gallegos, profesor, político fue Presidente de su país-
y hombre de estado, es, además, el novelista que mayor renombre alcanzó antes
del ‘ boom’ de los años sesenta. Sus narraciones presentan el lento
proceso de modernización de su país, en el que convivían formas de vida
actuales con otras idénticas a las de siglos atrás.
Doña Bárbara (publicada en 1929) es, probablemente, su mejor
novela. La protagonista es una terrateniente de los Llanos venezolanos a
la que una experiencia dolorosa fue violada por unos piratas que, además,
mataron a su novio- ha convertido en una mujer dura y sin escrúpulos.
Aprovechándose de su cuerpo y de la corrupción de la
Administración, ha ido quedándose con las tierras de otros hacendados. Uno de
los pocos que restan es Santos Luzardo, quién regresa del extranjero para poner
orden en su rancho.
Doña Bárbara ha tenido una hija, Marisela, a la que ha
abandonado y que Luzardo acoge. Cuando la hacendada, que se siente atraída por
él, se entera de que su hija es también su rival en el corazón de Luzardo, hace
todo lo posible por arruinar sus vidas.